El príncipe William y el príncipe Harry se han vuelto a encontrar hoy, por primera vez desde el funeral de su abuelo, para desvelar la estatua en recuerdo de su madre, Diana de Gales, que hoy habría cumplido 60 años.

Una estatua que representa a Diana rodeada de tres niños, que simbolizan su energía, su entrega y su compromiso con las causas de los débiles y desfavorecidos, y que preside el estanque del Jardín Hundido del Palacio de Kensington.

Una ceremonia quizás deslucida por la pandemia: la prensa y los simpatizantes de Diana, que han llenado los alrededores de Kensington de tributos a la princesa en las últimas horas, han tenido que conformarse con esperar en los aledaños del palacio.

Dentro, los dos hermanos y un reducidísimo número de asistentes, entre los que destacaba su familia materna y el escultor Ian Rank-Broadley.

La estatua, que reza «DIANA, PRINCESA DE GALES», la retrata con el estilo y el corte de pelo de sus últimos años, cuando ya había encontrado su propia identidad como embajadora humanitaria al margen de la Corona, tras su separación y divorcio de Carlos de Inglaterra.

A los pies de la estatua, en una losa de piedra, está inscrita la adaptación de un poema fúnebre, atribuido al activista afroamericano Grady Poulard, llamado The measure of a man /[La medida de un hombre], y que ya se leyó en el décimo aniversario de la muerte de la princesa. Adaptado a «una mujer», en este caso.

Los hermanos también han emitido un comunicado conjunto:

«Hoy, en el que habría sido el 60 cumpleaños de nuestra madre, recordamos su amor, su fuerza, su carácter: las cualidades que hicieron de ella una fuera para el bien, que cambió incontables vidas a mejor.

Cada día, desearíamos que siguiese con nosotros, y es nuestra esperanza que esta estatua se vea para siempre como un símbolo de su vida y de su legado.

Gracias a Ian Rank-Broadley, Pip Morrison [diseñador de la estatua] y a todo su equipo por su sobresaliente trabajo; a los amigos y donantes que hicieron esto posible, y a todos aquellos que en todo el mundo mantienen vivo el recuerdo de nuestra madre».

 

Fuente: Vanity Fair