Las procesiones callejeras, fiestas y desfiles trasmitidos por televisión, que son el plato fuerte del festival, ganaron fuerza el domingo, pese a que funcionarios de salud continúan enfrentando un brote que habría infectado a hasta 1,5 millones de personas y podría estar vinculado a malformaciones en más 4.000 bebes y fetos.

«Es una cosa más de qué preocuparse», dijo Juliana Araujo, una maestra de escuela de 48 años que asistió a una fiesta en Río de Janeiro, donde otros temas, como la recesión económica y los procedimientos para un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, parecían preocupaciones distantes.