Un extremista islamista con un arsenal de armas cargadas no logró abrir fuego el pasado domingo sobre los feligreses que acudían a la iglesia, sólo porque se disparó a sí mismo por accidente, señalaron el miércoles fuentes francesas, según informó Associated Press.
El estudiante de informática, de 24 años, también era sospechoso por el asesinato de una joven que apareció muerta el domingo justo antes de su arresto.
El supuesto islamista había sido identificado el año pasado por las fuerzas de seguridad como una persona de riesgo, indicó el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, pero no había un motivo concreto para abrir una investigación judicial.
El sospechoso, un argelino que vivía en Francia desde hacía varios años, fue detenido el domingo después de que, al parecer, se disparara a sí mismo por accidente y pidiera una ambulancia, indicó una fuente de seguridad francesa que no estaba autorizada a hablar públicamente del caso.
La policía que llegó a la escena encontró un rastro de sangre que llevaba a su auto, donde había armas cargadas y notas sobre posibles objetivos.
“También se encontraron documentos y prueban, sin ninguna ambigüedad, que el individuo preparaba un atentado inminente, con toda probabilidad contra un una o dos iglesias”, afirmó el ministro.
En el apartamento del hombre, en el sureste de París, se encontraron más armas y pruebas que lo relacionaban con el extremismo islámico, dijo la fuente. En un primer momento no había indicios de que el sospechoso tuviera lazos con un grupo organizado en concreto, añadió.
Aurelie Chatelain, una ciudadana francesa de 32 años que estaba de visita en París para una sesión formativa relacionada con su trabajo, fue hallada muerta a tiros en su auto el domingo por la mañana. La fuente de seguridad señaló que el sospechoso parecía haberla seleccionado de forma aleatoria, y pruebas balísticas le relacionaban con el crimen.
“Los terroristas atacan Francia para dividirnos”, dijo el primer ministro, Manuel Valls, en una rueda de prensa el miércoles.
Francia está en vilo desde los atentados entre el 7 y el 9 de enero contra el semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado kosher en los que murieron 20 personas, incluyendo los tres agresores.
En ese caso, al menos dos de los atacantes habían sido identificados por los servicios galos de inteligencia, y el tercero había salido de prisión poco antes tras cumplir una sentencia relacionada con sus lazos con extremistas islámicos, pero la vigilancia se había suspendido unos meses antes de los ataques.