«Bienvenidos al fin», les dice Ozzy Osbourne a 20 mil fans en el United Center de Chicago. Está vestido de pies a cabeza de negro, y su banda acaba de escurrir hasta la última gota de oscuridad gótica de su primer canto fúnebre, «Black Sabbath», pero ahora Ozzy parece más melancólico que atemorizante. «¿Pueden creerlo, man? Desde 1968 hasta ahora.»

Casi medio siglo después de empezar a hacer que los fans de rock se cagaran en las patas, Black Sabbath empezó su última vuelta olímpica. The End, la enorme y feroz gira de despedida de uno de los grupos más visionarios de la historia del rock, incluye dos tramos en Norteamérica, uno que empezó en febrero y otro que arranca en agosto, y puede extenderse al menos hasta el año que viene, según cuentan miembros de la banda.

Osbourne dice que la idea de retirarse «ocurrió de casualidad», una decisión mutua entre él, el guitarrista Tony Iommi y el bajista Geezer Butler. Al terminar ahora, Black Sabbath dice adiós antes de prolongar demasiado su estadía. «No quiero arrastrarme por el piso», dice Osbourne. «Lo mejor que le pasó a Sabbath la primera vez fue que cada uno hizo la suya durante bastante tiempo [en 1979]. Fue bueno para ellos y fue bueno para mí.» Osbourne está seguro de que la decisión es definitiva. «Podés apostar dinero que será así», dice.

«Va a ser agridulce», dice Butler, pensando en el momento posterior al último show. «Estoy feliz de haber terminado arriba, pero triste de que es el final de lo que hice la mayor parte de mi vida.»

La escena en Chicago, no obstante, es más un festejo que un funeral. El público intercala estribillos junto a Osbourne en «War Pigs» y sacude la cabeza en rarezas en vivo como «After Forever» y «Hand of Doom». La banda parece tan despreocupada como la gente. Iommi reconfigura sus arreglos de guitarra con agilidad, y parecen experimentos de blues, mientras Butler juguetea con un wah wah durante su solo antes de «N.I.B.», dándole al concierto un aire de impredecibilidad. Aún más sorprendente: la banda es pura sonrisas durante el recital. «Los amamos a todos», le dice Osbourne al público.

Tal como se informó ampliamente, una parte clave en la historia de Sabbath se ausentó de la fiesta. El baterista Bill Ward se separó de la banda poco tiempo después de que sus compañeros anunciaran que se juntarían de nuevo en 2011, para el primer disco con la formación original en 33 años; dijo que no le habían ofrecido un «contrato firmable». Ha confrontado públicamente a sus antiguos compañeros varias veces desde entonces, luego de que Osbourne lo describiera como «con un sobrepeso increíble», e incapaz de salir de gira.

El grupo convocó a Tommy Clufetos, quien toca en el grupo solista de Osbourne, para que se uniera a ellos en la gira. Ward le dijo a Rolling Stone que su manager y él se acercaron al equipo de managers de Sabbath con una oferta para volver a la gira para la última parte del tour. «Nos dijeron que no estaban interesados», dice Ward.

Butler, por su parte, dice ser neutral, o al menos no saber nada. «Todavía nos llevamos muy bien», dice sobre su relación con el baterista. «Todavía nos hablamos. Es sólo que no tengo idea de lo que pasó en el fondo. No sé a quién creerle, y no me quiero meter en eso.»

«Preferiría no hablar de eso, en realidad», dice Osbourne. «En cuanto me pongo a hablar de Bill Ward, me llegan 500 putas cartas basureándome.»

Luego de decidir seguir adelante sin Ward, Sabbath debió sortear otra crisis, más grave. En 2012, Iommi les dijo que le habían diagnosticado un linfoma. Aun así, se dedicó a componer para el decimonoveno disco de la banda, 13, que debutó en el puesto Número 1 en el ranking de Estados Unidos en 2013. «Pensé que la anterior gira sería el final», dice Butler sobre el tour de 2014. «Esta vez, pensamos: ‘Bueno, tenemos una gira más, salgamos a hacerlo mientras podamos’.» La perspectiva de Iommi es optimista, según Butler. «Creo que el cáncer se le fue, al menos por ahora», dice.

Antes de la gira, la banda barajó la idea de grabar un sucesor de 13, y Iommi declaró que tenía «un montón» de riffs listos. Pero Butler dice que ya había descartado la idea. «Era lo más lógico», dice el bajista. «En esa época, nos dieron seis meses para componer y grabar el disco, y yo dije: ‘De ninguna manera’.» Se ríe. Según su cálculo, el anterior LP les llevó tres años. «Probablemente para ese entonces estemos todos muertos», dice fríamente.

En lugar de hacer un disco nuevo, la banda está vendiendo un CD de edición limitada que sólo se vende en la gira, llamado The End. Contiene cuatro descartes de las sesiones de 13, que van desde la tumultuosa y agotadora «Season of the Dead» hasta la blusera y oscura «Isolated Man», al igual que cuatro grabaciones en vivo. Luego de la gira The End, van a decidir si Black Sabbath va a volver alguna vez a un estudio.

«El tiempo no está a nuestro favor», dice Osbourne, de 67 años. «Para serte sincero, si el nuevo disco no fuera otro Número 1, estaríamos enojados, así que nos vamos a lo grande con 13. No digo que nunca más vaya a grabar con Tony o Geezer. Pero no quiero volver a salir de gira con Black Sabbath después de esto.»

La vida en la gira, esta vez, no podría ser más diferente de sus primeras salidas en los 70. La banda se está tomando descansos periódicos para que Iommi pueda hacerse análisis de sangre, y Osbourne también se está cuidando la salud. Hace tres años que no bebe alcohol, y hace una hora de ejercicios cardiovasculares por día. Butler, quien fue vegetariano toda su vida, se hizo vegano. Es un contraste notable con las épocas fuertemente fiesteras de la banda, cuando su consumo de drogas y alcohol era material de leyendas. «Ya no nos estamos matando», dice Osbourne. «No es nada fácil, físicamente. No sé cómo mierda hacen los Stones.»

«Ahora tenemos aviones privados y las mejores suites en los mejores hoteles, pero lo malo es que ya no hay drogas ni mujeres», dice Butler riéndose. «Salís del escenario, tomás un té y te vas a dormir.»

«Fui el jodido rebelde por tantos años», dice Osbourne. «Ahora no puedo entender por qué salía tanto, tomando tanto Jack Daniel’s, tanto polvo blanco, y diciendo boludeces hasta el amanecer, pensando que era algo divertido. Me querría matar si tuviera que hacer eso ahora.»