La última noticia que afecta a los Rolling Stones, al margen de su actuación en Cuba, les coloca una vez más como artistas con una historia marcada por las curiosidades. Resulta que la galería Saatchi de Londres acoge la exposición Exhibicionismo, en la que se exponen más de 500 objetos que sirven para retratar la historia de la banda. Pero la noticia no está ahí; en realidad, lo que sorprende es la negativa de la galería a que la banda toque algunos temas a la entrada, hecho que se repite con los mismos protagonistas en el tiempo: ya no pudieron tocar en dicha instalación hace décadas, y la historia vuelve a dibujarles como artistas, cuando menos, curiosos.

En realidad, el término curiosidad se queda algo corto para definir la trayectoria de esta formación legendaria, en la que lo excéntrico ha sido lo habitual, y en ocasiones, la ausencia de noticias escandalosas significaba la excepción: es lo que tiene ser un bala perdida (traducción del nombre de la banda, que habían tomado de un blues del gran Muddy Waters), que nunca se hacen las cosas del modo convencional.

Particularidades de sus ‘Satánicas Majestades’

Por un lado, cabe destacar su fama de pésimos huéspedes: muchos fueron los hoteles que prohibieron a la banda alojarse en ellos, llegando al punto en que la banda demandó a varios hoteles de Manhattan por impedirles reservar habitación en ellos. Un hecho que se repetía en algunos compañeros de generación musical, como The Who y su genial y polémico batería, Keith Moon.

En el apartado etílico, también tuvieron lo suyo, aunque en el ámbito empresarial: la banda cedió de por vida derechos de la canción «Paint It, Black» a la empresa cervecera Steinlager Beer Co., a cambio de que éstos les proporcionaran cerveza gratis toda la vida.