Los diputados de Brasil votaron el domingo por el juicio político de la presidenta Dilma Rousseff, heredera de Lula da Silva, y dejaron al borde del precipicio a la experiencia más emblemática del ciclo de gobiernos de izquierda en América Latina.
«Los golpistas vencieron aquí en la Cámara», pero «esta derrota provisoria no significa que terminó la guerra», dijo a los periodistas el líder de la bancada oficialista en la Cámara, José Guimaraes, cuando los partidarios del juicio político llevaban una ventaja de más de 200 votos.
La moción de impeachment debía recoger la aprobación de 342 diputados de un total de 513 (dos tercios).
La apertura de un juicio político de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT) debe ser ratificada aún por el Senado.
En ese caso, asumiría el poder el vicepresidente Michel Temer, inicialmente por un periodo máximo de seis meses, pero completaría el mandato hasta 2018 si los senadores declarasen finalmente culpable a Rousseff, acusada de manipulación de las cuentas públicas.
La mandataria niega esas acusaciones, y las atribuye a una conspiración orquestada por Temer y por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien a su vez está acusado por corrupción.