A Axl Rose, el vocalista del grupo, no le importó estar postrado (por una fractura de pie) en la silla-trono de Dave Grohl y desplegó mucha energía en el escenario principal del festival.
Fuegos artificiales e imágenes icónicas acompañaron la actuación de la banda conformada por Slash y Duff McKagan, que hizo cantar a los asistentes clásicos como “Don’t cry”, “November rain”, “Sweet child o’mine” y muchas más.
El escenario principal quedó igualmente prendido con la presencia de ICe Cube, quien puso eufóricos a los asistentes. Un desfile interminable de invitados (Dr. Dre, The Game y Kendrick Lamart, entre otros) que le dieron un toque especial a la noche. El rapero hizo un emotivo homenaje a Prince proyectando en las enormes pantallas una imagen del cantante.
Disclosure ya es uno de los favoritos de Coachella, de allí que resultaran infaltables en esta edición. Su música electrónica y el juego de luces en tres pantallas al fondo del escenario principal, tuvieron nuevamente gran aceptación del público.
El día también resultó muy colorido en todos los escenarios, con personas vestidos de plátanos, indios, vaqueros, bolas de espejos…
Este año, los escenarios de Coachella optaron por propuestas de música que ya son características del evento: Industrial-techno, alternativo, disco, rock y algunas cosas más, indescriptibles, que se escuchan en los espacios alternos junto a la rueda de la fortuna (un ingenio en el que se puede dar la vuelta de dos minutos por 7 dólares, toda una tradición aquí).
Sólo para este sábado, se dieron cita más de 60 mil personas.