El pasado martes fue un día intenso en Sevilla. Un frente de mal tiempo arrojó lluvias y vientos desde el domingo, con una intensidad que hizo que muchos se cuestionaran sí AC/DC podría tocar esa noche. Pero se cumplió una máxima mayor en la historia de los australianos: ellos no paran. Porque si no lo han hecho cuando han tenido que reemplazar a sus integrantes, menos lo harán por lluvia.
En el ingreso al Estadio La Cartuja, el comentario obligado era la versión 2016 de AC/DC con Axl Rose como vocalista invitado, en reemplazo del histórico Brian Johnson, quien debió abandonar la gira por su progresiva pérdida de audición. Lo de Rose además representa otra particularidad: en el escenario está sentado, con escasa movilidad, debido a una lesión que sufrió en la primera fecha del tour. En ese sentido, resultaba interesante observar cómo responde la banda con un vocalista postrado.
Así, a las 22:00 horas, las 60 mil personas que llegaron -pero no agotaron- el lugar, vieron cómo las pantallas gigantes que encajonaban unos cuernos metálicos mostraron la animación de un meteorito azotando Sevilla. Bajo un estruendo de fuegos artificiales, sonaron los acordes de Rock or bust, canción que le da el nombre a la gira, y aparecieron Angus Young y Axl Rose, sentado precisamente en su trono y con el pie izquierdo en el aire. Junto a ellos, Steve Young (reemplazando a su tío Malcolm), el bajista Cliff Williams, y el sobrio Chris Slade en la batería.
El show fue de alto voltaje: Shoot To thrill fue el primer contacto con los clásicos, mientras el público todavía no sabía cómo reaccionar frente a lo que estaban viendo. Con Back in black las dudas se disiparon, mientras que Thunderstruck se consagró como el momento más alto de la noche. La entrega ya era total.
A medida que avanzó el show, el conjunto exorcizó los fantasmas: ratificaron el nuevo aire que les ha dado el vocalista de Guns N’ Roses, quien también ganó en seguridad en la interpretación, a pesar de contar con un telepromter que le ayuda con las letras. Su voz le entrega otro matiz a las canciones, sin perder ni espíritu ni potencia, y demostró que su voz está a la altura de las canciones de AC/DC. Sin embargo, el verdadero potencial de esta formación sólo se podrá calibrar una vez que Rose supere la lesión, se ponga de pie y pueda cantar con movilidad. En ningún momento de la noche se recordó a Brian Johnson.
La gran estrella del show es, sin duda, el guitarrista Angus Young. Se movió por el escenario incansablemente durante las dos horas de show, de un lado a otro, manejando al público sin decir una palabra. Solo con su virtuosismo y talento, que demostró en cada riff que ejecutó y con joyas como tocar la guitarra con su corbata y el extraordinario solo de 15 minutos con el que cerró la primera parte del evento en Let there be rock, mientras se elevaba en una tarima sobre los espectadores. Es el alma de AC/DC.
Después del receso, la cita regresó para la esperada Highway to hell, Riff Raff y el cierre con For those about to rock (we salute you), con el que cerraron su set de 2 horas y 22 canciones, el que terminó por rendir, una vez más, a su público.