“Encuentro tonto que alguien se ponga un traje de superhéroe y vuele”, dijo el director Roland Emmerich a The Guardian el fin de semana pasado. “En mis películas, el protagonista siempre es un tipo regular que se ve arrastrado a ser un héroe”, agregó. La crítica iba apuntada a las películas de Marvel y en general a las cintas de historietas. Lo curioso es que muchas de estas películas, sino la gran mayoría, le deben mucho a Emmerich y su carrera marcada por destruir el mundo una y otra vez en la pantalla.

Godzilla (1998), El día después de mañana y 2012 son algunos ejemplos de la apocalíptica visión del cineasta alemán, pero ninguna con el éxito o legado de Día de la Independencia (1996), cinta con la que definió las películas de catástrofes en las dos décadas siguientes.

La historia era simple: los alienígenas que el gobierno estadounidense insistía en negar finalmente llegaban a la Tierra a invadirnos, lanzando un ataque a gran escala en varias estructuras ícono de la humanidad. De hecho, muchas de las críticas que recibió la película apuntaban básicamente a lo mismo que Emmerich dijo sobre el universo Marvel: era ridícula. Pero sus increíbles efectos visuales, ejemplificados en la inmortal toma de destrucción de la Casa Blanca, transformaron la cinta en todo un fenómeno, recaudando más de $800 millones de dólares -por entonces, la segunda película más taquillera de la historia, solo por detrás de Jurassic Park- y consolidó a Will Smith como uno de los héroes de acción definitivos de los 90.

Con los años su estatus fue elevado a una de las superproducciones más importantes de su década. Como cualquier éxito cinematográfico, la posibilidad de una secuela se empezó a barajar apenas la película llegó a las salas. Pero diversos factores hicieron que Día de la Independencia: contraataque, se demorara casi 20 años exactos en ver la luz (la primera debutó el 4 de julio, fiestas patrias de Estados Unidos), estrenándose esta semana en Chile y el mundo.

Esperando la invasión

Fox rápidamente intentó desarrollar una segunda parte de la historia de Emmerich y compañía, incluso pagándole por adelantado al guionista y productor Dean Devlin para escribir un nuevo libreto. Devlin lo intentó, pero sintió que no llegó a una buena historia, por lo que no entregó el borrador y devolvió el dinero.

Recién en 2011, tanto director como guionista anunciaron los planes de continuar la historia, que derivó en Contraataque.

Y la llegada de Día de la Independencia al nuevo siglo no defrauda en efectos especiales. Con $200 millones de dólares en presupuesto, la película marca el regreso de caras familiares, a los que se suman nuevos rostros, mientras hacen frente a una colosal invasión alienígena, incluso mayor que la anterior.

En la película, desde 1996 que la Tierra ha vivido una era de prosperidad tecnológica, adaptando las armas extraterrestres en sistemas que defienden el planeta en caso de visitantes indeseados. Los países han dejado de lado todo conflicto armado en pos de unir el planeta frente amenazas galácticas y todos se preparan para celebrar el vigésimo aniversario del triunfo frente a la invasión.

Por supuesto, la paz dura poco. El ex presidente Thomas Whitmore (Bill Pullman), vive en un estado de semi demencia, teniendo visiones sobre un nuevo ataque al planeta, mientras que el ahora encargado de las defensas de la Tierra, David Levinson (Jeff Goldblum), investiga extraños símbolos que han aparecido en distintas partes del globo. Todo anticipa el regreso de la hostil raza alienígena, que esta vez traen una nave bastante más grande, que aterriza en el Atlántico. ¿En qué parte del Atlántico? Literalmente en todo el océano. El resultado es la destrucción total de varias ciudades importantes, como Londres y Nueva York. Adentro, una monstruosa alienígena reina orquesta la destrucción total del planeta, con un láser que busca destruir el núcleo de éste.

Si antes fueron Goldblum y Smith el dúo masculino protagónico, esta vez están los pilotos Liam Hemsworth (Los juegos del hambre) y el desconocido Jessie Usher, quien interpreta al hijo del personaje de Smith, quien como se ha dejado claro en la campaña promocional, está muerto (ver recuadro). A ellos se suman Maika Monroe (Está detrás de ti) como la hija del ex Presidente Whitmore, y Charlotte Gainsbourg como una psiquiatra experta en traumas alienígenas, quien tiene historia con Levinson.

Además de Goldblum y Pullman, regresa Brent Spiner como el excéntrico Doctor Okun, quien despierta de un coma en el que quedó en la primera película.

Frente a la inversión, solo repetir el éxito de taquilla de la original podría considerarse como misión cumplida. La ilusión de Fox está en igual el fenómeno que logró otro regreso de los 90 el año pasado, Jurassic World, que recaudó más de mil millones de dólares en todo el mundo. Las proyecciones estiman que difícilmente logrará un impacto de tal envergadura, pero la fe está; Emmerich ya planea una tercera película.